Sucesión bajo la lupa

Tomar las riendas de una empresa tan rentable supone, para este ceo, contar a su favor con un logro previo, una especie de bendición del destino. Sin embargo, tal condición coloca muy alta la vara para su gestión.

- Por José María Barroso Ramírez. Fotos Abraham Solís

Hace cuatros años, José María Barroso Ramírez asumió la dirección general de la Corporación Moctezuma, con dos ventajas que parecen indescontables: Desde hace años, la cementera goza de una salud financiera plena y, lo mejor, es una de las empresas más rentables de su industria en México y la más rentable comparada con los líderes mundiales.

Barroso tuvo mucha suerte y arrancó con el camino despejado. ¿Puede decirse, entonces, que su labor es muy fácil o que no tiene mérito alguno? No, tampoco es así.

Dicen analistas, acerca de diversas disciplinas, artes y deportes, que lo más difícil no es llegar, sino mantenerse. Y uno de los retos principales de la gestión en una compañía tan grande como la cementera Moctezuma (que factura más de 700 millones de dólares, mdd al año), es precisamente sostener su altísima rentabilidad.

Las cuentas de Moctezuma están saneadas al grado máximo, algo así como el colmo de la salud financiera: no hay deudas, ni con los bancos, ni con los inversionistas bursátiles. Así ha sido “a lo largo de su historia”, según el último reporte anual. (Al referirnos a la “salud financiera”, no pretendemos entrar en un debate sobre si la falta de deuda tiene ribetes negativos, como, por ejemplo, fiscales, pérdida de oportunidades de inversión, menor rendimiento sobre el capital propio o menor bursatilidad, entre otros).