Diarios escritos desde el corazón

Independientemente de si hablan de cosas triviales o no, lo que cuentan los diarios personales tienen relevancia. Una asociación de apasionados pone en valor estos tesoros literarios

- Marie Piquemal

Siempre tiene papelitos a mano. “Anoto las pequeñas cosas del día a día, pensamientos filosóficos.”

Marie-Dominique Pot, de 78 años, escribe "como se lavan los platos", sin pensar, y porque no puede hacer otra cosa. Transcribe sus notas a su diario, que termina luego hecho cenizas o junto a las cáscaras de verduras.

En 1939, Roland Louvrier hacía ilustraciones sobre el tiempo con sus lápices de colores. Le gustaban las nubes. Amanecer: niebla y rocío, cúmulos a media mañana y puesta de sol con estratos en el horizonte. Jacqueline Chebrou, una antigua maestra, llevó su diario desde los 13 hasta los 93 años. "Durante toda mi vida acumulé documentos con el improbable objetivo de convertirlos en una obra. Al final, aquí estoy a los 81 años frente a un enorme montón de papeles, nada más."

Nos adentramos en una verdadera cueva de Alí Babá. Ese día, el viento invitaba a dar media vuelta y la dirección no coincidía. En la entrada, un cartel anunciaba el sindicato municipal de tratamiento de aguas de Ambérieu-en-Bugey, al noreste de Lyon. Pero al lado había un discreto buzón que decía "APA", es decir, Asociación para la Autobiografía y el Patrimonio Autobiográfico.

La aventura a menudo comienza así, con un sobre. A veces, con un sobre lleno de cinta adhesiva y papel burbuja. Marion Vallée Carecchio, la directora de la asociación, adora esa emoción matutina que supone abrir la correspondencia. "Recibimos unos cien al año. A menudo son relatos de vida, memorias que cuentan, años después, un episodio significativo o toda una vida. También recibimos correspondencia, pero no con tanta frecuencia." Y también diarios, claro, que se escriben en presente, sin saber de antemano cuál será el punto de llegada.