UN PASEO SALVAJE EN LA PATAGONIA

Una inolvidable ruta a caballo en Argentina me llevó a la cima del mundo

- Liz Beatty

Lulu Waks liderando al grupo de mujeres jinetes.

Hay viajes que nos marcan para siempre. Eso fue lo que me sucedió durante una excursión a caballo hacia el corazón de los últimos vestigios de la auténtica cultura gaucha, al norte de la Patagonia. Y aunque han pasado más de dos años, los poderes transformadores de dicha experiencia permanecen conmigo hasta hoy.

En algún lugar pasando el pueblo de Loncopué, al oeste de Argentina, el asfalto se convierte en tierra y, tras una hora, el coche que conduzco traquetea y se agita al entrar en lo que ahora ya no es más que un sendero. Finalmente, mi vehículo y el que va detrás cruzan a un paraje cubierto de hierba que rodea la montaña andina conocida como Buta Mallin. Este diminuto paso fronterizo en la Norpatagonia indica el final del camino en coche, pero para sus pasajeras es donde el verdadero viaje comienza.

Pelo rizado asoma por el ala del sombrero de nuestra guía, la alemana Lara Simon, de 26 años, quien nos recibe con una gran sonrisa y un "Holaaa" cantado, a diferencia de la mirada penetrante de la vaquera a cargo, Alyssa Young, evocando al Clint Eastwood de los años 70, si este fuera una mujer de 24 años de pelo largo y castaño. Se trata de una experimentada amazona californiana, que proyecta calma, con un temperamento fuerte y un completo control de sí misma.

Young va directa al grano cuando nos da la bienvenida: el cuidado de los caballos, las reglas durante el trayecto, mantenerse hidratadas, etc. Cuando termina se lava las manos en el río, pero es evidente que necesitaría pasar unas semanas en la civilización para que las manos, marcadas por el trabajo duro, se vean limpias de nuevo. Siento que mi camiseta blanca está muy limpia.