UNA SEGUNDA OPORTUNIDAD DE LA VIDA

Un intento de suicidio estuvo a punto de acabar con este jugador de béisbol profesional. Hoy, Drew Robinson añade un capítulo más extraordinario

- Jeff Passan

EL 16 DE ABRIL DE 2020, Drew Robinson se despertó, se sentó en la mesa de la cocina y terminó de escribir una nota explicándole a su familia y amigos por qué había decidido acabar con su vida.

“Espero que os deis cuenta de que nadie podía haberse dado cuenta de esto como para evitarlo, ya que he tratado de ocultarlo lo más que he podido” escribió. Nadie tiene la culpa”

Pidió disculpas a Daiana, Darryl, Renee, Britney y Chad, las cinco personas a las que más quería. Eran quienes mejor lo conocían y aun así no pudieron ver la tristeza que lo asfixiaba. Incluso se habían creído el avatar que había creado: un jugador de béisbol profesional, guapo, encantador, divertido, de risa fácil y gran sonrisa. A los 27 años, Drew vivía su sueño y, sin embargo, deseaba morir.

Cerca de las 20 horas, sentado en el sofá, apoyó la pistola en su sien derecha y apretó el gatillo.

Momentos después, confuso, miró a su alrededor, y pensó: Qué ha pasado? Por qué sigo aquí? Veía sangre por todas partes. Se sujetó la cabeza, intentando frenar la hemorragia. No sirvió de nada.

Drew se desplomó en la cama y cerró los ojos. Aquí es donde voy a morir, pensó.

Se suponía que era el final de su historia. Pero era el principio de otra.

FALTAN SEIS DÍAS para la Navidad de 2020. Drew se siente agradecido. Son pocas las personas que sobreviven a heridas de bala en la cabeza autoinfligidas. Más raras aún las que resurgen teniendo claridad, con un propósito.