CARRETERA AL ABISMO

China está dando préstamos a distintos países del mundo que muchos no pueden devolver. ¿Ha encontrado la manera de convertirse en la potencia dominante global sin disparar una sola bala?

- Anita Bartholomew

EN LA COSTA SUR de Sri Lanka, en la alguna vez somnolienta ciudad de Hambantota, se han realizado grandes obras urbanísticas que van desde un puerto hasta un aeropuerto y un estadio de cricket. Pero en 2012, dos años después de la inauguración oficial del puerto, solo 34 barcos habían atracado, se dice que el aeropuerto es el más vacío del mundo y el estadio casi nunca se usa.

Desarrollar su ciudad natal era el sueño del entonces presidente de Sri Lanka Mahinda Rajapaksa. Eximbank, banco estatal de exportaciones e importaciones de China, tenía intención de financiar los proyectos, pero únicamente si la empresa estatal de ingeniería portuaria del país China Harbour Engineering Company era el constructor y empleaba mano de obra y materiales chinos.

En 2017, ante la incapacidad de devolver los préstamos estimados en 6.000 millones de dólares y, a pesar de las protestas de los residentes, que temían perder la soberanía de Sri Lanka, el país finalmente cedió la explotación del puerto a China por 99 años, además de unas 6.000 hectáreas de tierras. Los pagos del alquiler reducirían su deuda. Pero el grueso de los beneficios de los proyectos sería para China.