LOS VIERNES, MILAGRO

Ponte en mi lugar de nuevo es la secuela directa de una de las varias versiones de Viernes loco, cuya historia de madre e hija en cuerpos intercambiados Disney lleva exprimiendo casi 50 años

- Alberto Corona

Una hija se queja de lo fácil que es ser adulta cuando nadie te dice lo que hay que hacer, y la madre replica que justo ahí está lo difícil, en que te lo tengas que decir a ti misma. Así de transparente era el conflicto generacional que planteaba Viernes loco en 1976, adaptando una novela de Mary Rodgers y bastando para erigirse entonces como una de las películas de mayor profundidad emocional de Disney. No era difícil porque la de los 70 fue una década bastante pobre para la Casa del Ratón, todavía sufriendo la ausencia de una directiva firme tras la muerte de Walt Disney en 1967. Y de hecho Viernes loco tenía algunos problemas fruto de lo formulaico que era el entretenimiento Disney de entonces —no podía haber comedia de acción real sin una larguísima persecución en el tercer acto, aquí representada por la extenuante secuencia del esquí acuático—, felizmente paliados por el carisma de Barbara Harris y Jodie Foster como madre e hija.

EL ARTE DEL 'BODY SWAP'

Algo mágico sucedía ese viernes —en versiones posteriores se buscarían excusas más concretas— y las protagonistas intercambiaban cuerpos, pudiendo comprender sus dificultades mutuas e inaugurando un subgénero: ese body swap que tendría hijos tan estimulantes como Your Name o Este cuerpo me sienta de muerte, donde una adolescente alternaba su cuerpo con el de un asesino en serie.