EL BOSQUE MÁGICO

La casa-taller y museo del escultor Mario Ceroli es una maravilla grandiosa a las afueras de Roma. Una frondosa finca de tres mil metros cuadrados donde los árboles han sido construidos por el hombre para convertirse en arte vivo.

- LAURA LEONELLI

No tiene miedo a equivocarse, más bien al contrario. Mario Ceroli, extraordinario escultor, diseñador y escenógrafo, dice que quiere cometer más errores, porque cometerlos es vivir, y vivir es crear. Bajo esta premisa ha reunido en su espléndida casa-taller y museo de Roma (próximamente abierta al público) una colección de más de 50 "piezas de sí mismo", 500 obras que van desde sus comienzos hasta prácticamente anteayer, que constituyen una original autobiografía del arte italiano. Una historia moderna, nacida en los fabulosos y experimentales años 60, y al mismo tiempo antigua, casi primitiva, porque entre los muchos materiales que ama, Ceroli siempre ha sido fiel a la madera. A diferencia de la piedra, es una materia viva que crece, rebrota y transforma.

No sería difícil imaginar a Aristóteles afirmando en su teleología que todo árbol es un hombre que sueña, porque cada creación de madera tiene un carácter más humano y más necesario: es a la naturaleza a la que debemos volver para sobrevivir. Partimos de este bosque de esculturas arbóreas de tres mil metros cuadrados, centro del universo del genio, para descubrir en salas y jardines titanes de su serie Discorsi platonici sulla geometria, reinterpretaciones del