EL GUSTO TAMBIÉN ESTÁ EN NUESTROS GENES

En nuestros hábitos alimentarios, tiene un peso muy importante la influencia familiar y cultural, pero también nuestra genética. Y es que es nuestro ADN el que dicta qué comemos y, sobre todo, qué es lo que nos gusta y lo que no. Una excusa más para no probar el brócoli o comer más chocolate

- CARMEN LÓPEZ

LA TRADICIÓN GASTRONÓMICA de nuestro hogar interfiere en la evolución genética, de ahí que los mexicanos sean mucho más tolerantes al picante o en Europa se sea más resistente al alcohol que en países árabes, donde, tradicionalmente, no se ha consumido.

El cilantro, esa hierba tan parecida al perejil que en México es un ingrediente omnipresente, es uno de los mejores ejemplos existentes para explicar cómo nuestros genes afectan a nuestra percepción de los sabores. Se trata de un sabor que amas u odias, y este es el motivo por el que los muchos estudios se han centrado en encontrar un por qué. Para mucha gente, se trata de un sabor más con el que enriquecer los platos, mientras que, para otros, resulta desagradable hasta el punto de no poder consu mirlo. La comparación más habitual para defi nir el sabor del cilantro es con un trozo de jabón, un dato realmente curioso.

EL GEN OR6A2