Winona Ryder sigue procesándolo todo

La estrella de Stranger Things nos platica cómo hizo las paces con su pasado, cómo disfruta del presente y qué hacer cuando te encuentras en “el otro lado” de Hollywood.

- Por Heather Havrilesk

Cuando Winona Ryder era una niña soñaba con películas –no protagonizándolas, sino viéndolas y produciéndolas–. Sus padres, que son escritores y editores, se mudaron a una comuna en la costa del norte de California cuando Winona tenía siete años, y aunque no había televisiones, su mamá solía poner una sábana en el costado del granero para proyectar cintas viejas. “Estaba en el paraíso”, afirma Ryder. Más tarde, cuando su familia se mudó a Petaluma –una ciudad en la zona de la bahía de San Francisco– ella continuaba tratando de ver el mundo a través de los lentes de una cámara. “En ese lugar hay un puente. Ahora se ve pequeño”, dice Ryder. “Pero solía ponerme la correa de mi mochila en mi frente. Caminaba como podía y me obligaba a ver las cosas en blanco y negro, como en una película. Creé este tipo de mundo de fantasía”, explica. “Había un teatro antiguo que me encantaba, y solía fantasear con vivir ahí. O sea, arrancando los asientos y acomodando mi cama y una tina, una bicicleta y con el único objetivo de ver filmes todo el tiempo”. Esto nos revela que los sueños de la infancia de Winona eran producto de una espontánea y extensa imaginación. Su conocimiento sobre películas, música, libros y cultura pop en general es impresionante.

“Es épico lo alocada que es su mente y cómo se dirige a todos estos distintos lugares”, dice maravillado David Harbour –quien interpreta al expolicía Jim Hopper–, el interés amoroso de Winona en