El Rey Totoro

La inocencia tiene el tamaño de un oso, forma de búho, orejas de conejo y bigotes de gato. A 30 años de su creación, el espíritu del bosque de Hayao Miyazaki es toda una estrella.

- Por Jessica Oliva

Han pasado 30 años ya desde que aquella niña llamada Mei se sumergiera en el follaje japonés para descubrir, en ese ambiente místico, al que se convertiría en uno de los personajes animados más grandes de la historia: un espíritu del bosque regordete, de gran tamaño, orejas de conejo y bigotes de gato. Totoro es todo lo que Hayao Miyazaki representa: es decir, la imaginación como dominio exclusivo de la infancia. Sin embargo, también ha trascendido su propia cultura y origen –como una de las creaciones de Studio Ghibli– al convertirse en un recordatorio mundial de la fragilidad de la inocencia y lo efímero de la infancia.

MI VECINO TOTORO no fue un éxito en taquilla durante su estreno en 1988 ni recibió nominaciones al Oscar, pero la originalidad de su personaje, así como la historia de las hermanas con las que convive, se tatuaron en el imaginario colectivo conforme pasó el tiempo.

UN TROLL DEL BOSQUE

El nombre “Totoro” es una mala pronunciación de “tororu”, que significa troll en japonés. El apodo se lo pone la pequeña Mei, quien, después de descubrir la morada de la criatura, le avisa a su hermana que ha visto un “totoro”. Eso quiere decir que los espíritus del bosque más pequeños que encuentra Mei también son, en sentido estricto, totoros. Los demás son Chibi Totoro y Chu Totoro.

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