Ahora Ellas Ponen Las Reglas

- Elizabeth Peñaloza

Desde los tiempos de Homero y su Odisea, y hasta la actualidad, siempre han habido es-critores aficionados, insatisfechos con los relatos originales u “oficiales”. Incluso Shakespeare tomó los elementos del poema La trágica historia de Romeo y Julieta, de Arthur Brooke, para crear una de sus obras más celebradas. Estos lectores se han rehusado a quedarse pasivos y han ideado historias no narradas por el autor. Sucedió con la obra máxima del castellano, el Quijote: un “fan” (o lo que pasaba por un fan en el siglo XVII) escribió y publicó una segunda parte, antes de que Miguel de Cervantes Saavedra concluyera la suya. Aun así, la verdadera explosión del fan fiction, o fanfic para usar la nomenclatura apropiada, se dio con la llegada de Internet y de sus comunidades virtuales.

Según lo que un vocero de J.K. Rowling le dijo a la BBC en 2004, la autora se siente “muy adulada de que exista tanto interés en su obra”, aunque “su única preocupación es asegurarse de que los fans no sean explotados comercialmente y de que no toquen temas inapropiados”. Claro, sería demasiado extraño que un pequeño buscando más historias de Harry Potter de repente se encontrara con una versión XXX de Hogwarts.

Irónicamente, una versión “para adultos” de una propiedad para adolescentes es justamente la que nos ocupa. La historia comenzó en 2009, cuando E.L. James (su nombre real es Erika Leonard) terminó de leer Crepúsculo, la saga de Stephenie Meyer. Inspirada y emocionada, Erika decidió escribir su propia versión dirigida a un público adulto.

Para 2015, la serie que comenzó con