El Jardin De Los Cerezos

Un tren va a toda velocidad a punto de descarrilarse.

- Jose Quezada

Los pasajeros son conscientes, saben que no queda mucho tiempo y, sin embargo, se divierten, cuentan chistes, fiestean en los vagones. Nadie quiere hablar de un tren volcado, mucho menos si se trata del tren en el que uno va viajando.

Esta podría ser una alegoría del drama que viven los protagonistas de El jardín de los cerezos, última pieza del dramaturgo ruso Antón Chéjov. Pocos escritores han demostrado un conocimiento tan profundo del alma humana como Chéjov. Quizá su mayor herencia en la narrativa y el teatro contemporáneos es la posibilidad de plantear historias en las que no hay argumentos épicos protagonizados por héroes, sino gente común –desde campesinos hasta burgueses– que vive pequeñas tragedias entre la mezquindad, el egoísmo y la mediocridad.