Un Acuerdo Con Más Política Que Economía

Donald Trump siempre argumentó que forzaba a la renegociación del TLCAN para beneficiar a sus conciudadanos. El acuerdo que logró con México y la forma en que negoció tiene, sin embargo, poco impacto económico.

- Viridiana Mendoza Escamilla

EL ACUERDO COMERCIAL BILATERAL AL-CANZADO EL 27 DE AGOSTO TIENE MÁS ELEMENTOS DE ARREGLO POLÍTICO que de un convenio económico y comercial. Factores que afectan a la economía de forma directa pasaron a segundo plano en el arreglo dado a conocer, ante el apremio del presidente Donald Trump de llegar a las elecciones legislativas de noviembre con un logro alcanzado, dicen economistas y expertos en comercio internacional.

“Este acuerdo se da en una temporalidad específica, porque el Congreso de Estados Unidos necesita 90 días para poder aprobarlo; es un movimiento que anticipa las elecciones de noviembre y es una victoria política para Trump”, dice Luz María de la Mora, catedrática de la División de Estudios Internacionales del CIDE.

POLÍTICA GANADORA

Hasta el nombre del arreglo tiene visos de responder a motivaciones políticas. El acuerdo comercial no se reconocerá como NAFTA. La razón puede deberse a que Trump es un personaje visceral que buscaba cumplir la promesa de campaña de eliminar el tratado, señala Ana Morales, consultora en comercio exterior y asociada en el Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales (Comexi). “El acuerdo tenía que venderse como algo diferente a lo que existía”, indica Morales. “NAFTA es un término que usó demasiado durante su campaña y no podía asumir el costo político de anunciar que lo había firmado”.

Otro “beneficio” para Estados Unidos es que Trump se libera de las críticas que le lanzaban desde algunos estados, sobre todo agrícolas, que padecieron las represalias comerciales impuestas por México en respuesta al arancel al acero y aluminio, decretado por Trump en mayo.