Consumo sostenible

Un producto utilizado a diario como es el tubo de pasta de dientes muestra las dificultades de un consumo realmente sostenible

- Lea Hampel

El hombre se apellida Zahn (dientes, en español), es decir Tomás Dientes. En el escaparate de su tienda de Heidelberg (Alemania) hay una calavera de brillantina con una reluciente dentadura y alrededor un decorado de tubos de pasta de dientes. Suena el teléfono. El Sr. Dientes pasa con dificultad al lado de unas cajas para llegar a un mostrador bastante estrecho. “Si lo que quiere es pasta de dientes de higos, lo siento. Acabo de vender los últimos dos tubos.” Anota el pedido.

Su surtido abarca a más de 100 tipos diferentes de pasta de dientes. Hay clientes que pagan sumas de dos dígitos por el sabor a mango para lavarse los dientes, o porque tiene oxígeno activado. Pero últimamente hay clientes que entran en la tienda interesados por el packaging del dentífrico.

EL RECICLAJE DEL PLÁSTICO SOLO SE PUEDE REALIZAR CON LOS MISMOS PLÁSTICOS.

Si damos crédito a las encuestas, empresas y programas electorales, todo el mundo está a favor de una economía que dañe lo menos posible el medio ambiente. Cada vez son más los que ponen en el pan rodajas con aspecto de embutido que no está hecho de animales muertos. Los fabricantes aseguran que todo está elaborado a partir de materia prima “verde”, un concepto indefinido que suele referirse a un menor volumen de emisiones de CO2 durante el proceso de producción. Y por la misma razón los políticos subrayan que la economía circular es el futuro.