Historias antes de DORMIR

A los hombres maduros también les gusta escuchar una buena historia cuando se apagan las luces

- L.W. Oakley

POR LA NOCHE, despues de que todos se meten en sus literas y las luces se apagan, sucede algo bastante inusual en un campamento de cazadores, algo que creo no ocurre nunca en ningún otro campamento de este tipo en ningún lugar: leo un cuento a la luz de mi linterna a un grupo de hombres adultos hasta que todos se quedan dormidos.

Este ritual comenzó hace unos cinco años en un viaje que organizamos en busca de alces. Una noche, tumbados en aquellas literas del ejército dentro de la carpa, charlando tranquilamente en la oscuridad, levanté la voz y pregunté: “¿Alguien quiere escuchar un cuento antes de dormir?”.”

Desde entonces, tanto si vamos a cazar, a pescar, a trabajar o solo a relajarnos, todas las noches que pasamos de campamento en el Lago Mitten, a unos 60 kilómetros al noroeste de Kingston, en Canadá, leo un cuento. El ritual es siempre el mismo: todos deben estar acostados y las luces apagadas, excepto la luz de mi linterna.

Cuento un cuento por noche en ese pequeño espacio con tres sets de literas dobles. Yo leo desde una de las literas superiores situada en una esquina con la espalda apoyada en una almohada contra la pared. Ahora uso una linterna de cabeza que me pongo antes de subir la escalera en la oscuridad y que me permite sujetar el libro con ambas manos mientras leo.

Pero cuando todo esto comenzó, no había libro. Mi primer cuento antes de dormir fue una de las más grandes historias de supervivencia de todos los tiempos: la expedición a la Antártida de Ernest Shackleton en 1914–16. Cuando su barco,