HOMENAJE ALA PATAGONIA

Un accidentado paso andino desde Argentina hasta Chile, inmortalizado en la literatura y el cine, es ahora tan lujoso como aventurero.

- Mark Johanson

HAY UN PUNTO CERCA del comienzo del clásico libro de viajes del Che Guevara, Diarios de motocicleta, cuando el joven revolucionario marxista cruza desde su Argentina natal hacia la naturaleza desconocida de la Patagonia chilena. "¿Qué dejamos atrás cuando cruzamos cada frontera?", pregunta mientras se embarca en una búsqueda de nueve meses para tomar el pulso a Sudamérica. "Cada momento parece dividido en dos: la melancolía por lo que se dejó atrás y la emoción de entrar en una nueva tierra".

Esta escena, ambientada en los remotos Andes en 1952, tiene un tiempo limitado en las memorias de Guevara sobre su paso a la edad adulta, que su familia publicó póstumamente en 1992. Sin embargo, en la película de Walter Salles del mismo nombre, que se estrenó en 2004, es el momento que realmente impulsa la narrativa a la acción. Guevara (interpretado por Gael García Bernal), que en ese momento era estudiante de medicina, y su compañero, el bioquímico Alberto Granado (Rodrigo de la Serna), navegan por un lago parecido a un fiordo y luego continúan hacia Chile, con su motocicleta empequeñecida por los picos de granito mientras atraviesan caminos nevados.

Recuerdo haber visto Diarios de motocicleta hace 20 años en una pantalla de cine independiente en Washington, D.C., y haber yl quedado impresionado por esas imágenes; los bosques helados de la Patagonia eran tan diferentes de lo que yo había imaginado que sería Sudamérica. El color de ese lago, verde azulado y radiante, como plumas líquidas de pavo real, permaneció en mi mente. Me mudé a Chile 10 años después, pero dejé pasar otra década antes de decidir cruzar esos mismos Andes yo mismo.