UN MIRADOR hacia el infinito

En Santa Cristina d'Aro, Girona, una abrupta ladera se convierte en escenario para una vivienda que se despliega como un mirador. Dos voladizos blancos, suspendidos entre la montaña y el cielo, definen la casa. Orientada al sol de tarde y abierta a la brisa marina, es un refugio cálido, luminoso y plenamente conectado con el paisaje.

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LA ARQUITECTURA SE ELEVA Y SE FUNDAMENTA EN EL PAISAJE.

En una ladera de fuerte pendiente en Santa Cristina d'Aro, se levanta una vivienda que se concibe como un observatorio abierto al horizonte. La dificultad del terreno, con un desnivel del 70% y un sustrato resistente a varios metros de profundidad, determina un proyecto en el que la arquitectura se convierte en puente entre la montaña y el mar.

El gesto esencial se concentra en dos voladizos horizontales, de color blanco, que se proyectan sobre el paisaje y configuran el carácter de la casa. Estas líneas suspendidas no solo aportan identidad formal, sino que permiten organizar los espacios interiores y exteriores bajo una misma lógica de mirador.