La Unica Regla

Nuestro entorno está lleno de reglas: las que facilitan el día a día en casa, las que aseguran la convivencia con los vecinos o la familia, las laborales, las que se convierten en leyes y, finalmente, las que nos imponemos a nosotras mismas. Estas últimas, a veces, se ponen muy peligrosas.

- La Fatshonista

Hace unos días fui por un café con mi ex novio de la adolescencia, un patán de esos que sabe lo que es, lo celebra y así es feliz. Hacía muchos años que no lo veía ni sabía de él; a decir verdad, no sé qué hacía ahí, quizá pensé que era buena idea ser amigos, no me juzguen. La conversación fue de un lado a otro y terminó en: “Priscila, es regla: todos los hombres somos infieles. Los que aún no lo han sido, son peores porque pronto lo serán”. Me detuve a pensarlo unos segundos. Toda mujer ha escuchado, después de un rompimiento, las empáticas palabras de alguna fiel amiga que ha pasado por las mismas decepciones amorosas: “¡Ya, tranquila, todos los hombres son iguales!”. Esas palabras hicieron eco en mi cabeza mientras pensaba cuál sería mi respuesta. Llevo años buscando al hombre ideal, respetuoso, fiel y caballero pero pensando que todos los hombres son iguales. ¿No les parece una gran y tonta contradicción?