EL BAILE Y EL REENCUENTRO

El baile colectivo resurge como un nodo capaz de acuerpar a todes: niñes, adultes mayores, personas binarias y no binaries, aficionades y transeúntes.

- MARIANA ARTEAGA Y DANIEL ESCAMILLA

La añoranza por bailar en la fase de aislamiento social de la pandemia dejó la sensación constante de Iformar parte de algo más grande en solitario. La tekné corporal fue la frontalidad del monitor; el desplazamiento se redujo a los paseos por la casa. Pero el duelo más profundo vino con la prohibición de acuerparnos en colectivo. Ahí desplegamos afectos en común, abrazamos la vulnerabilidad con el goce como un derecho, ensayamos otras maneras de hacer vida política, de ocupar el espacio, de vivir les cuerpes.

Al no poder reunirnos supimos que nada reemplaza estas formas de estar y reconocimos que nuestras maneras de hacer mundo dejaban fuera a muches cuerpes. Si la cuerpa es nuestra primera tecnología, ¿cómo agenciarla en el baile?

Les cuerpes modulan el flujo entre un archivo local bailador y un archivo global: en cada movimiento hay información sobre los contextos en que surgen, muchas veces como desde la resistencia y protesta. Bailar es sentir, pensar y transformar el mundo.