La Miss Marple suiza

Un marido con un látigo en el coche. Un estafador con la vista puesta en la fortuna de una mujer mayor. El día a día de una investigadora privada.

- Juliane Schiemenz

UNA MUJER RUBIA de 60 y tantos años camina por un exclusivo barrio de Zúrich. Arreglada y esbelta, lleva un anorak oscuro, vaqueros negros, deportivas modernas pero discretas, joyas sobrias y gafas a la moda. No resulta muy llamativa.

Sonríe mientras entorna los ojos al sol. Su cara tiene rasgos de una mujer curiosa y atrevida, encantada de que nadie la encuentre al jugar al escondite. Se llama Louisa Erismann, y desde hace seis años trabaja como investigadora privada. La acompañaré durante la próxima semana mientras trabaja.

"¡Me parece estupendo que vengas conmigo!", susurra Erismann mientras caminamos por esta zona residencial. "Dos personas juntas resultan menos llamativas. ¿Y quién podría sospechar que dos mujeres están vigilándolos?"

Estamos haciendo un reconocimiento. Inspeccionando un lugar. Lo aprendí de los libros Guide to Surveillance y Profession: Detective que Erismann me dio para que me preparara para nuestra semana de trabajo. También me dio recomendaciones sobre el tipo de ropa y calzado que debía usar, también de colores oscuros.

Las tareas de reconocimiento hoy están relacionadas con una disputa entre un hombre y su vecina. No estoy autorizada a divulgar los detalles de este caso ni de ningún otro mencionado en este artículo. Pero Erismann fue contratada para vigilar a la vecina.

ERISMANN TERMINÓ un programa de formación de un año en investigación privada en una institución de Zúrich, que le costó unos 8.000 euros. Estudia la rutina diaria del objetivo y luego realiza las tareas de observación y vigilancia. Los observa a las 5 de la mañana, al mediodía y por la tarde. A veces, las rondas exigen hasta 15 horas.