Sabores para compartir

Frescura, acidez y sobre todo paciencia. Días de sol, quizás un recuerdo en la playa y la certeza de que todo sabe mejor cuando se comparte. 

- RAMÓN BARRETO, STEPHANIE RAMÍREZ.

MEZCLA IMPETUOSA El ceviche es un platillo que se ha ganado su lugar más allá de Latinoamérica, sin importar si es el platillo principal o un antojo de media tarde listo para compartir.

En boca de muchos y presente en los menús de todo el mundo, no es extraño que el ceviche aparezca como el gran protagonista en conceptos de alta gastronomía en capitales como Londres o Copenhague. Sin embargo, la receta tradicional del Perú, a base de pescado blanco, lima, sal, pimienta, camote, maíz y algunos ajíes, también podría aparecer en una sencilla pizarra de opciones, en la esquina más concurrida de México –eso sí– a su manera. ¿Qué tienen en común? Quizás no lleven los mismos ingredientes, pero sí una misma voluntad: causar el máximo placer a partir del contraste.

El ceviche es un manjar cargado de acidez y mucha paciencia, uno que también simboliza las ganas de vivir a través de la frescura de sus ingredientes; también una necesidad de revelar el verdadero sabor del océano Pacífico. Se trata de plato que nos acerca al mar, sin importar lo lejos que nos encontremos y que siempre nos remitirá a tardes de sol entre gente querida y ganas de compartirlo todo sobre una misma mesa.