De urgencia y atención: derechos de LA INFANCIA INDÍGENA

Colores, juguetes y risas; el Día del Niño y la Niña se presenta floreciente cada mes de abril como una celebración por la infancia, el retoño de la vida.

- Wendy San José

Con sus retos, sus gracias y su armonía, pero también como un recordatorio de la obligación de quienes la hemos vivido por promover que, aquellos que nos suceden puedan gozar de una niñez plena, favoreciendo el goce de sus derechos. Parecería una tarea sencilla y, sin embargo, a más de 30 años de que la Convención sobre los derechos del niño entrase en vigor, aún seguimos carentes de los principios más básicos en cuanto a derechos de los infantes indígenas en América Latina.

Alimentación, salud, educación, respeto. Nos suenan familiares, ¿no es así? Si pensamos en derechos básicos, podemos encontrarnos con un amplio catálogo de sustantivos de los que hemos disfrutado desde el día en que nacimos y que, no solo no tuvimos la necesidad de reclamar o pedir, sino que nos vimos en la dicha de encontrarnos favorecidos por una madre o un padre, unos abuelos, un tutorado o una familia que, previamente bien informada y avalada por las leyes de su país, cada día hacen valer sus derechos y los nuestros sucesivamente, pero desde el privilegio, el romántico panorama de ese valor se antoja fácil, asequible, natural. Lamentablemente, para una gran parte de la población, no solo en México sino en Latinoamérica, no lo es. Regresemos unos años atrás. ¿Cómo nos hicimos con la información de nuestros derechos básicos?

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