Catar singular

Rutas por el desierto, museos, arquitectura de diseño y hasta un Mundial de fútbol esperan al viajero en Catar, un lugar donde la tradición y la vanguardia van de la mano.

- Javier Carrión. Fotografía de Cristina Candel

Ahmed Abdul

Trabaja con halcones

Ahmed es uno de los muchos hombres en Doha que tienen como mascota a un halcón, el animal más sagrado para toda la población. “Yo soy egipcio hace nueve en busca de trabajo, cuidar a los halcones y ahora tengo uno que llevo de vez en cuando al hospital que hay en el zoco de Doha”. En el Souq Waqif este centro médico atiende a más de siete mil ejemplares con las últimas tecnologías para los tratamientos. Existe incluso un gabinete estético con una variada selección de plumas de diferentes colores para aquellos y necesitan reponer su plumaje.

Antiguamente Catar era un gran puerto de pesca y de captura de perlas, pero lo cierto es que ha sabido trasformar su pasado nómada, marcado por la are-na y el polvo del desierto, en un próspero futuro que el jeque Hamad bin Khalifa Al Thani ha situado en 2030, donde el sueño es buscar el crecimiento económico de una sociedad avanzada con los recursos sostenibles, humanos y naturales. Aunque Catar no se puede entender sin un recorrido por su arte y su cultura, lo cierto es que en los últimos tiempos el hecho de disponer de la tercera mayor reserva de gas del planeta le ha encumbrado para ser el país árabe con el índice de desarrollo más alto y uno de los primeros en renta per cápita de todo el mundo. De ahí que la meta de obtener un trabajo y expatriarse en este emirato supone casi siempre una garantía de éxito personal y profesional.