La época de oro de los viajes

Somos, y siempre hemos sido, una especie errante.

- Por Andrew Nelson

Los sumerios siguieron el Éufrates. Los feni-cios conquistaron el mar. Los antiguos romanos deambularon alrededor de su imperio sobre caminos excelentes. Los religiosos hicieron peregrinajes. En todos lados, los viajeros dejaron su marca. En 1605, un conquistador español cinceló su nombre en las piedras que más tarde se convertirían en el Monumento Nacional El Morro, en Nuevo México, Estados Unidos, un autógrafo que todavía se puede ver.

Con el paso del tiempo, los viajes se volvieron más elaborados. El Gran Tour, inventado por los aristócratas de finales del siglo xvi con el objetivo de edificar (y contribuir al hedonismo), se convirtió no solo en una forma de ver el mundo sino también de entenderlo. Para los hombres jóvenes del Imperio británico, París e Italia se volvieron tan familiares como Londres, con recuerdos que duraron toda la vida.