EN EL LABERINTO DE ORSON WELLES

Agustín Sánchez Vidal regresa a la narrativa con Quijote Welles de la mano de editorial Fórcola. El historiador del arte, ensayista y novelista ha publicado estudios que van desde el cine de Florián Rey hasta el de Carlos Saura, así como ficciones como Nudo de sangre (2008) o Esclava de nadie (2011), entre otras. Con esta nueva obra nos sumerge en las obsesiones y anhelos de un creador inclasificable.

- Juan Laborda Barceló

Según la teoría del caos, un comportamiento que puede parecer a simple vista aleatorio dentro de un sistema determinista no es tal cosa. No nos encontramos ante un desorden total, sino ante una sucesión concreta de hitos cuyas leyes o patrones desconocemos. El hecho de que no veamos esos mimbres no impide que haya una raíz, un camino o un eje vertebrador. A veces, hay que afilar la mirada para descubrirlo o, simplemente, entrecerrar los ojos, pues no es raro que dichos itinerarios estén ligados al subconsciente.

Lo más parecido a la teoría del caos que podemos imaginar son las conexiones neuronales de un cerebro en pleno proceso creador, máxime si el dueño de esa materia gris es un genio. Bien, pues en ese laberinto de destellos sublimes, miserias inalcanzables, contactos hipersensibles, puertas por abrir y locuras aún no convertidas en obra de arte palpable es donde se mueve esta novela. Agustín Sánchez Vidal nos lleva por el plano inclinado de la mente de uno de los mayores creadores de la historia del cine, Orson Welles.

Una periodista, Barbara Galway, se propone realizar una biografía definitiva sobre el director. Para ello, se entrevista reiteradamente con él (y con un sinfín de personajes que lo trataron), pero siempre con el mar de fondo de rescatar la película inacabada y prácticamente imposible de ejecutar del maestro, es decir, su adaptación de El Quijote. La fórmula es tan sencilla como efectiva, y permite adentrarse en un terreno farragoso desde la claridad de un proceso. Del mismo modo, nos ofrece un total de la personalidad de Welles a través de los fragmentos lanzados por figurones como Charlton Heston, Gil Parrondo, Perico Vidal, Griffith o el mismísimo