Nepal con adolescentes

Primer paseo por las calles de Katmandú, donde es fácil encontrarse con un astrólogo, un mendigo, un monje budista, un campesino, un hippy o un santón hindú desnudo, todos en la misma mañana. Nuestros hijos flipan al ver escupir a la gente, hacer sus abluciones, lavarse y rezar en la calle. De pronto vemos unos fieles que sacrifican una cabra en el altar de un templo, y la sangre se mezcla con el agua de la lluvia. “¿Papá, pero dónde nos has traído?” No entienden por qué están aquí. He querido enseñarles el otro mundo, mostrarles un país pobre para que entiendan que son unos privilegiados solo por el hecho de haber nacido en occidente. Y también he querido compartir con ellos la belleza arcaica de un país que a mí siempre me ha fascinado. Pero la cabeza de la cabra les ha indignado.

- JAVIER MORO ESCRITOR Y VIAJERO

También les indigna el destino de la Kumari, la encarnación de la diosa Taleju, una niña reconocida a la más tierna edad por sus 32 perfecciones corporales. “¿Una diosa? ¡Anda ya!” Vamos al palacete donde vive en el centro de Katmandú. Nadie puede hacer fotos. Después de una larga espera, por fin la niña diosa aparece en un balcón, rodeada de sus guardianes, para ver y ser vista. Muy maquillada, con expresión adusta, la niña de unos 10 años fija su mirada en nuestras hijas y noto un ramalazo de curiosidad: ¿Qué estará pensando al ver esas niñas, mayores que ella, pero tan distintas? Un abismo de siglos queda reflejado en ese instante.