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يحاول ذهب - حر

La cuidadora accidental

Marzo 2023

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Selecciones Reader´s Digest Spain

Para mi madre, cuidar a mi padre supuso retos y también triunfos. La experiencia de mi familia nos dio lecciones a todos

- Kimberly Fraser

La cuidadora accidental

Mi primer contacto con los cuidados familiares fue personal. En diciembre de 1980, en mi primer año de enfermería, a mi padre, Don Polley, le diagnosticaron esclerosis múltiple primaria progresiva. Tenía 43 años y mi madre 41. Sus vidas, y las nuestras, cambiaron para siempre. Doce años después, mi madre, Myrna, tuvo que retirarse de la enfermería prematuramente para ser su cuidadora en su casa de Nueva Escocia, en Canadá.

Entonces se sabía mucho menos sobre la esclerosis múltiple y había menos medicamentos y tratamientos disponibles para los síntomas. La enfermedad se vuelve debilitante con el tiempo, pero su rapidez y gravedad varían de una persona a otra.

Mi padre pasó a trabajar a tiempo parcial como director del Departamento de Minas y Energía de Nueva Escocia hasta que se jubiló y empezó a cobrar la pensión de discapacidad a los 46 años. Siguió colaborando con la comunidad: leía su correo, miraba acciones y bonos e hizo un curso de corredor de bolsa, pero no pudo hacer el examen porque su mente ya no era tan ágil como antes.

Con el tiempo pasó de las muletas a la silla de ruedas, lo que afectó a su vida social y comunitaria. Con el deterioro general llegó la fatiga y la disminución del tono muscular. Cuando su habla se vio afectada, cada vez le costaba más trabajo mantener la cabeza erguida sin apoyo. Al final, dejó de participar en asuntos comunitarios y en la iglesia. Fue un triste y significativo indicador del efecto que la enfermedad estaba teniendo en su vida.

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