Luchar por amor

A pesar de los prejuicios que existían en nuestro país, Mohan y yo solo queríamos poder amar libremente

- Nida Rahman

Me senté en la primera fila de la clase y un estudiante llamado Mohan Lal se sentó en la fila justo detrás de mí. Ambos estudiábamos zoología en la Universidad de Delhi y no solo advertimos el cruce de miradas sino que instantáneamente nos sentimos atraídos, conscientes en todo momento de la atención del otro.

Mientras intercambiábamos apuntes y hablábamos sobre las clases, creció la amistad entre nosotros y al poco tiempo comenzamos a hablar por teléfono. Un día, inesperadamente, Mohan me preguntó por mensaje de texto si quería comenzar una relación con él. Lo pensé mucho y, finalmente, dije que sí.

Era el año 2011. A pesar de la profundamente afianzada división religiosa que existía en India desde hacía muchísimo tiempo, a nosotros no nos importaba pertenecer a diferentes credos (Mohan es hinduista y yo musulmana) ni lo que otros pensaran u opinaran sobre el tema. Nuestro vínculo emocional era muy fuerte y había crecido muy rápido.

Durante tres años pasamos todos los días de estudio juntos y compartimos el largo viaje hasta nuestras casas. Estudiábamos juntos en la biblioteca y cada uno preparaba un tema y ayudaba al otro para que aprender fuera más entretenido. Tiempo después nos apuntamos al mismo máster y continuamos estudiando juntos. Cuando no podíamos vernos todos los días, buscábamos algún motivo para encontrarnos al menos una vez por semana. Y esto continuó durante unos años.

En 2018, decidimos hablarles a nuestros padres de nuestra relación. Pero las familias se negaron a aceptar que éramos pareja y no quisieron hablar más del asunto.