LA MATERIALIDAD como lenguaje

En Calpe, la pureza geométrica abraza la luz mediterránea para alzar una casa que respira calma. Volúmenes precisos, materiales nobles y vacíos habitados establecen un diálogo sereno entre interior y paisaje. La arquitectura se convierte en poema tangible, íntimo refugio donde cada sombra revela la esencia del entorno.

- PAU MONFORT

La vivienda se asienta sobre una parcela con ligera pendiente en la zona de Costeres, en Calpe, y se ordena según una geometría clara y sosegada que da lugar a un conjunto de volúmenes intercalados por vacíos.

Este juego entre llenos y huecos define una estructura que no solo responde a criterios funcionales, sino también a una sensibilidad que busca la luz, la sombra y la relación directa con el entorno.

El porche se protege bajo un plano horizontal sostenido por muros de carga de hormigón visto, mientras la tarima exterior se resuelve con madera tecnológica de Exterpark y la piscina se reviste con el gres porcelánico Ezarri Fiji, ambos seleccionados por su resistencia y perfecta integración con los materiales naturales del entorno.

La casa se abre hacia el paisaje, hacia el perfil del Peñón de Ifach, que asoma en la distancia, y hacia un jardín doméstico que suaviza la transición entre interior y exterior.

Desde la calle, una discreta entrada peatonal conduce al vestíbulo a través de una secuencia de espacios que filtran la experiencia del acceso.

La zona exterior se articula entre estancias mediante patios delimitados por muros de piedra local, mientras el pavimento exterior de Exagres, en acabado antideslizante, acompaña la transición entre interior y exterior sin ruptura visual ni material, favoreciendo una continuidad que amplía los límites habitables de la vivienda.