WILLIAM CASTLE

Director, productor, guionista y actor, convirtió el cine en un ingenioso tren de la bruja gracias a sillas vibradoras, esqueletos volantes y otros inventos

- POR Luis Landeira

William Castle, muy cómodo entre espectros, con el libreto de su filme Los 13 fantasmas (1960).

Nueva York, 1922. El pequeño William, de ocho años, se mea literal-mente de miedo viendo una obra de teatro. Decide entonces dedicar su vida a asustar al prójimo, al grito de “¡Yo os traeré a los monstruos más horribles!”.

Nacido en el seno de una familia judía, William Schloss (Nueva York, 1914) se quedó huérfano a los 11 años y dejó el colegio a los 15 para trabajar en Broadway. Entre otras cosas, fue asis-tente de Bela Lugosi en una gira donde se le ocurrió su primer truco: telepor-tar al actor del escenario al patio de butacas mediante nubes de humo.

Fichado por la Columbia, a los 23 años se instaló en Hollywood y cam-bió su apellido alemán por Castle. Durante dos décadas dirigió con maña decenas de películas baratas pero re-sultonas. Además, fue productor asociado de Orson Welles en