Santificado sea tu nombre

Esta es la clásica historia de un hombre que, de repente, descubre que tiene un niño de 11 años. Solo que, en el caso de Un buen padre, ese señor lleva alzacuello

- POR Philipp Engel

"El dilema del padre Simón es el dilema de la iglesia a día de hoy", sentencia Ronan Tronchot, hablando sobre el protagonista de su primera película como director, después de una larga carrera como montador. Grégory Gadebois es quien encarna al padre Simón, un cura al que se le aparece una vieja amiga, interpretada por Géraldine Nakache, de cuando estaba en el seminario, con un chaval de once años que resulta que tiene su mismo ADN, y no por casualidad. La noticia le sienta, claro, como una bofetada de realidad, pero poco a poco el chaval (Anton Alluin) se irá ganando su cariño, planteándole un dilema que, como dice el director, es uno de los problemas más gordos que tiene la Iglesia: por muy católico que uno sea, y esto lo escribe alguien que hizo la Primera Comunión muy convencido (no por el Casio), es imposible