BURROS LOS 4×4 DEL MUNDO ANTIGUO

Los burros fueron los mejores aliados de los egipcios para las labores agrícolas y el transporte de cargas, tal como acreditan distintos papiros y relieves. Ahora bien, no todo el mundo podía permitirse la compra o el alquiler de uno de estos animales.

- JOSÉ MIGUEL PARRA EGIPTÓLOGO

Hoy en día, en el mundo occidental, apenas los vemos en granjas escuela donde los niños de la ciudad se acercan a conocer animales que, de otro modo, les serían ajenos por completo. Sin embargo, en los países en vías de desarrollo, los burros siguen gozando de la importancia cultural y económica que tuvieron para nosotros hasta hace unas décadas. Su estrecha colaboración con el ser humano comenzó hace más de cinco mil años, época en que fueron domesticados por primera vez en lo que entonces era la sabana del Sahara.

Cierto que los hay de muchos y variados tamaños y razas, pero el típico pollino faraónico no parece gran cosa..., lo que no deja de ser engañoso. Con sus aproximadamente 2 m de longitud, su 1,25-1,50 m de alzada y sus 203-275 kilos de peso, se trata de un animal recio y resistente, capaz de cargar entre 80 y 100 kg, caminar por terrenos escarpados y pedregosos sin peligro con su marcha tranquila y hacerlo soportando grandes temperaturas, pues resiste la pérdida de agua casi igual de bien que los camellos.

Nadie mejor para apreciarlo que los egipcios, pues el valle del Nilo fue uno de los primeros lugares donde se domesticó. Sus primigenios usos en Egipto se recogen en el Delta, a mediados del IV milenio a. C., cuando desde Maadi y Tell el-Farkha partían caravanas cargadas de productos. La tumba de diez de estos animales en Abydos, a finales de la dinastía 0, nos indica que eran un bien muy preciado que el propio soberano quiso llevarse al más allá.

Trabajar como un burro