Cómo el maquillaje se convirtió en mi medicina

Cuando un gloss elimina el dolor de una adolescente que sufre de bullyin, ¿qué ocurre después? LAURA CAPON explica cómo es la vida de una adicta a los cosméticos.

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Son las 11:39 pm y en vez de irme a la cama con mis ojos rojos por el sueño que tanto necesito, reviso el catálogo de Kyliecosmetics.com y añado un iluminador a mi carrito. Claro que no requiero de otro iluminador, tengo más de 100 productos enfocados en eso y solamente uso las mismas tres sombras. Pero ese no es el punto.

Verás, mi relación con los cosméticos es, ¿cómo podría explicarlo? Complicada. El maquillaje ha estado ahí en los momentos más alegres de mi vida (primeras citas, bodas de mis amigos, celebraciones familiares), pero también en los más oscuros.

Tengo 31 años y mi obsesión con el maquillaje (porque reconozco que sí es una obsesión) comenzó cuando tenía 15, justo cuando empecé a sufrir de bullying. Ahorraba el dinero que ganaba trabajando después de la escuela limpiando los pisos de una panadería y cada mes compraba un nuevo labial Versace en la tienda departamental que estaba cerca de mi casa. No era una niña gorda, pero poco tiempo después de que me llegó la pubertad mi cuerpo comenzó a expandirse. Y eso implicó que la secundaria se volviera en un lugar frío y hostil para mí.

Incomprensiblemente, mientras otras niñas se mantenían molestamente delgadas, consumiendo rollos de carne en el desayuno, yo seguí creciendo. Pensaba que esa grasa desaparecería en un verano y que tendría una transformación como las que vemos en las películas. Pero, a pesar de hacer ejercicio regularmente y comer lo mismo que los demás, seguía creciendo.