¿Por Qué Se Nos Resisten Los Enormes Macarenos En Espera?
Caza Mayor|Agosto 2018
Todo lunático desea hacerse con un enorme macareno, de esos que quita el hipo, y poder presumir ante sus amigos del guarraco que ha cazado, demostrando lo bueno que es uno. Pero la realidad es más bien tozuda y la cantidad de guarros de bandera que se cazan en las esperas es más bien escasa. De hecho, entre los 100 primeros del ranking nacional tan solo hay 11 que se hayan cazado entre el 15 de marzo y el 15 de septiembre, que serían los meses lógicos de las esperas.
Rafael Centenera
¿Por Qué Se Nos Resisten Los Enormes Macarenos En Espera?

Hay quien me podrá decir que es nor-mal, porque se ca-zan muchos más guarros en montería que en esperas y por ello es más racional que aparezcan más en las primeras, pero lo cierto es que en montería se suele tirar todo lo que entra, y por tanto no hay una especial selección, mientras que en los aguardos lo que se busca siempre es el más grande, salvo en los que se hacen para control poblacional.

Lo normal, es que se hubieran matado los grandes guarros en las esperas, puesto que son el objetivo de todo esperista y para ello está dispuesto a dejar pasar muchos otros guarros que no cumplen. Así que algo debe pasar para que no se maten tantos grandes como sería de esperar. Lo primero que hay que repetir es que un guarro de bandera no se consigue con pienso. Es cierto que una buena alimentación los hace grandes de cuerpo y es incluso posible que les ayude a tener dientes gruesos, lo que siempre aporta, pero la realidad es que los centímetros, que es lo que más cuenta, tan solo los dan los años de crecimiento.

Por tanto, para poder abatir un guarro grande lo primero es dejarlo crecer. Como decía el eslogan de los años 80 sobre el consumo de pescado inmaduro: pezqueñines, no gracias, dé jalos crecer. El problema es que es complicado que un guarro alcance años en un entorno de caza donde se practica la montería. Y peor si además se abaten en esperas. La media de edad de los cochinos en esos entornos es de menos de dos años, siendo los guarros de cuatro o más años una auténtica rareza. Contra eso, poco puede hacer el común de los mortales y tan solo en fincas grandes y cerradas se puede hacer una gestión que prime el cumplimiento de años y por tanto la producción de machos de edad.

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