Los Lances De Caza Tras El Legendario Marco Polo

Seguimos con esos lances de caza prometidos tras el Marco Polo, en las montañas de Kirguistán. Era ya casi la media tarde del segundo día de cacería tras esta legendaria especie, cuando menos mal que llegamos a unas laderas donde vimos una buena manada, que podíamos tener a tiro si nos arrastrábamos hacia ellos por un talud que nos cubría de su vista, y que a nuestro lado izquierdo mientras gateábamos teníamos una caída de más de mil metros a plomo.

- Juan Carlos Gil Cubillo, naturalista, escritor y productor audiovisual.

No podíamos permi-tirnos ni un resba-lón hacia un lado, ni una asomada hacia el otro, porque tras el grupo de hembras y crías, cien metros por encima, había seis ejemplares machos cuyos cuernos quitaban el hipo. Cuando los vi por primera vez en mi vida, casi me temblaba el pecho y las piernas, no sabía si seguir respirando o si se me iba a detener el corazón de un colapso. Llevaba la cámara a rastras, mitad gateando, mitad reptando, siguiendo casi pegado a Julio Otero, que a su vez iba detrás del ruso Misha (Mijail, Miguel), y de Jakselek, el kirguiz pastor e inigualable guía en estas montañas.

A gatas seguí grabando toda la escena, rompiéndome los codos, claro está. Y al ver lo grandes y retorcidos que eran los cuernos de los machos, comprendí que aquellas grandiosas montañas tan alejadas de la civilización con semejantes animales habitando en ellas no eran algo normal, por fuerza tenía que tratarse de algo muy especial, muy singular, casi único en el mundo. Como así es la caza de este asombroso argali, cumbre de la venatoria internacional.