283 EL CLUB DE LOS CINCO John Hughes, 1985

JOHN HUGHES DIGNIFICÓ LA ADOLESCENCIA DESDE UNA BIBLIOTECA DE INSTITUTO, CON CINCO ESTUDIANTES PROTOTÍPICOS DE LOS QUE NO TE HAS PODIDO OLVIDAR EN 35 AÑOS

JANIRE ZURBANO

“¡QUÉ HORROR! ¡ES UNA BASUR A! ¿A quién le importan unos chavales castigados que hablan rodeados de libros? ¿Cómo vamos a atraer a la audiencia joven sin un mísero desnudo?”. Fueron los comentarios rebuscadamente alarmistas y sonoramente ofuscados de los productores de Universal nada más ver por primera vez El club de los cinco. “No había pechos al aire, ni escenas de fiesta, ni chicos bebiendo birras, todo eso que ellos pensaban que una película de jóvenes debía tener”, recordaría John Hughes de aquel día: “Creían que sería una mezcla entre Desmadre a la americana y Mi cena con André, y no era eso”.

El director y guionista sufrió las críticas nada constructivas de los jefazos de turno desde los primeros borradores del guion, cuando se vio obligado a incluir una “ridícula” escena con una profesora de gimnasia en topless para contentarlos, pero que afortunadamente terminó desechando después de que sus actrices Molly Ringwald y Ally Sheedy se quejaran de que era misógina. Por todo esto, el disgusto de los ejecutivos en esa primera proyección no fue una sorpresa para Hughes, que en lo único que les había hecho caso era en lo de reducir el metraje de las dos horas y 45 minutos iniciales a una hora y media.

Poniéndonos en contexto, Universal nunca dio un duro por El club de los cinco. Es más, Hughes quería debutar tras las cámaras con este filme, pero el estudio le vio más posibilidades a Dieciséis velas. ¿Que por qué terminó por financiar esta apuesta condenada según sus directivos al fracaso? Tras el éxito de Porky’s o Viernes 13 en los cines, Hollywood había encontrado su particular gallina de los huevos de oro en el hasta entonces infravalorado cine adolescente y las productoras buscaban desesperadas su propia gamberrada juvenil para atraer al público de esa edad. Universal había firmado un acuerdo con un guionista que ya despuntaba en la industria, un Hughes que acababa de finiquitar Las locas peripecias de un señor mamá, y que fácilmente podría darles una comedia teen que reventara la taquilla.

Sin embargo, para Hughes, que había aceptado ese acuerdo en parte porque le permitía rodar en Chicago, El club de los cinco era la manera de reivindicar a los tan maltratados adolescentes en las producciones de Hollywood. “No son seres descerebrados como la gran pantalla se empeña en mostrarlos. A los 16 años, te tomas las cosas más en serio que nunca”, afirmaba, refiriéndose a lo que le empujó a escribir en apenas dos días un borrador del guion de este filme.