El color que salpica los laterales de las carreteras mexicanas ha cambiado. Ya no sólo se encuentra el tradicional verde de Pemex. Las tonalidades se han ampliado – desde 2016 y, especialmente, desde 2017– y puntos grises, blancos, amarillos, azules o rojos salpican el camino o las calles de las ciudades. Las marcas de gasolineras se han lanzado a tapizar y reconvertir las estaciones de Pemex y han quitado cerca de 2,000 locales a la petrolera nacional. Si bien los privados pueden poner gasolineras desde hace décadas, todos debían hacerlo bajo las reglas y el control del exmonopolio estatal.
Con los nuevos colores viene un cambio en el servicio, formas de pago o aditivos que salen de los despachadores. Muchas de estas transformaciones se dan a través de convenios en los que marcas como Exxon, BP, Shell, Total o G500 –entre los más de 40 nombres en el mercado– juegan un rol similar al que antes tenía Pemex, aunque en una relación más equilibrada entre la marca y el operador.
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