Que Viva La Fiesta En Tlaquepaque

Lugar del barro, el mariachi y la buena comida, Tlaquepaque es una fiesta (hay una cada mes) donde es casi imposible pasarla mal.

- Ira Franco

 A sólo 20 minutos del Centro Histórico de Guadalajara –lo que alguna vez fuera un pueblo adyacente ya ha sido absorbido por la granurbe y ahora es parte de su zona metropolitana– San Pedro Tlaquepaque tiene gran vocación turística pues, en medio de las avenidas transitadas por autos modernos, sus edificios se han quedado varados como recuerdos de otras épocas. Para saborear su arquitectura lo primero es dirigirse al cruce de las calles Guillermo Prieto y Morelos, donde se encuentran sus dos recintos religiosos más célebres: la Parroquia de San Pedro Apóstol y el Santuario de Nuestra Señora de la Soledad. El primero es un edificio de peculiar estilo bizantino construido por la orden de los franciscanos en 1670, cuando Tlaquepaque era un pequeñísimo pueblo con sólo 177 jacales. En el interior hay que ver la famosa pintura al óleo de San Pedro, a la que muchos creyentes piden favores. En el Jardín Hidalgo (nombre que se le da a casi todos los jardines centrales en los pueblos de México), un poco más hacia el norte, se encuentra el ya citado Santuario, cuyos contrastes arquitectónicos lo hacen especial. Su atrio es muy grande y el edificio es un cúmulo de épocas y estilos que van desde el barroco de la fachada hasta el neogótico del retablo principal, lo que le revestía un estatus de ‘Basílica Lateranense’, título que le fue removido tras un cambio en la legislación papal.