Luces y sombras de su reinado

Siempre se debatió entre cumplir con su deber y el cuidado de su familia, en la que tuvo que afrontar renuncias, sonados escándalos y la pérdida de seres queridos

DICE el refrán español que "el casado casa quiere" y ese fue el primer problema con que se encontraron Isabel y Felipe tras su boda. Los reyes Jorge VI e Isabel les habían regalado Sunning Hill, una propiedad cercana al castillo de Windsor que estaba en malas condiciones, pues se había utilizado como cuartel durante la Segunda Guerra Mundial. Desgraciadamente, Sunning Hill se destruyó en un incendio y el matrimonio acabó en Clarence House.

A los tres meses de la boda, Isabel anunció a su marido su embarazo, noticia que él acogió con júbilo. Jorge VI no había olvidado la angustia que sufrió cuando nació Isabel, ya que a su esposa le tuvieron que practicar una cesárea. Por eso le pidió a su hija que diera a luz en el Palacio de Buckingham, donde se había montado una clínica debido a su delicado de salud. El 14 de noviembre de 1948, Isabel tuvo un rápido alumbramiento. Al recién nacido le llamaron Carlos Felipe Arturo Jorge.

La reina con su marido, sus hijos Carlos, Anayel pequeño Andrés, que nació el 19 de febrero de 1960.

Felipe añoraba su carrera de marino y logró el permiso del rey para incorporarse a la flota del Mediterráneo, con destino en la isla de Malta. Carlos era muy pequeño y pensando que el cambio de clima no le sentaría bien, le dejaron en Londres con sus abuelos. En Malta, Isabel y Felipe disfrutaron de una etapa idílica. La princesa viajaba de vez en cuando a Londres para ver a su hijo y en la capital inglesa dio a luz el 15 de agosto de 1950 a la princesa Ana.

Isabel con su cuarto hijo, Eduardo, que nació en 1964.

La muerte del rey