Amar A Cielo Abierto

LOVE OUT IN THE OPEN

Hay diferencias realmente irreconciliables. En Tragaluz, Marina de Tavira y Rafael Sánchez Navarro presentan la historia de dos amantes que renunciaron amándose todavía.

REGRESAR A LA CASA DEL TEATRO, DONDE HIZO SUS PRIMEROS EJERCICIOS DE ACTUACIÓN, DONDE SE GESTÓ COMO ACTRIZ, FORMÓ SU CRITERIO Y COMPARTIÓ SU CONOCIMIENTO COMO DOCENTE. Volver a ella para presentar la obra Tragaluz es el periplo de Marina de Tavira. No se quedará mucho tiempo, pero sí el necesario para direccionar todos los reflectores de sus últimas alfombras rojas hacia una escuela de actuación en la Ciudad de México y exponer su gran potencial.

Luego del frenesí causado por los más de 50 vuelos que tomó para promocionar Roma (2018) durante seis meses –desde el Festival de Venecia en septiembre hasta el Óscar, en febrero–, el teatro es su ancla para tocar tierra antes de aceptar algún proyecto en Hollywood. Más allá del cine, la esencia y la búsqueda artística de Marina están en los escenarios, tanto que sus ojos aún se dilatan de emoción cuando evoca el momento en que vio por primera vez La honesta persona de Sechuán, dramaturgia de Bertolt Brecht, que le sirvió de espejo a temprana edad. “Sentada entre las butacas pensé: ‘Ojalá mi vida se tratara de eso que hace la actriz’, y constatar que esa ha sido mi vida es lo más asombroso”, describe Marina en entrevista a Accent.