Vida Padre – Alegría & cosa buena

En el borde del silencio Cuatro Ciénegas es uno de los valles más biodiversos y espectaculares del mundo entero. La vida primitiva y el lujo contemporáneo se encuentran en uno de los sitios más interesantes de México para oscilar entre la aventura y la contemplación. Por Mónica isabel Pérez Fotos carlos ruizc

Los pies descalzos sobre la arena se hunden apenas lo suficiente para dejar huella. Es un lienzo blanco y fresco como los que se ven en las bahías del Caribe. La noche está a punto de caer sobre el que alguna vez, hace miles de años, fue el mar de Tetis y que hoy, a causa de su coloración, es considerado uno de los desiertos más extraños del mundo. Caminamos en un corto, pero lento peregrinaje. Se escuchan, de pronto, la risa de un niño, los “más a la derecha” o “más lejos” de quienes se están tomando fotos, la partida de un auto. Pero cuando la oscuridad comienza los ruidos se van y solo queda el silencio. Llegamos entonces al espacio que nos ha sido preparado, guiados por el fuego que veíamos a lo lejos como un puntito naranja y que, ahora, toma la forma de antorchas y una fogata. Ahí, sobre tapetes y cojines arabescos, vemos irse los últimos y sutiles rayos de sol que aún se resistían a dejar el cielo. Podríamos estar en el Sahara o en Judea, pero la arena blanca de este desierto es una característica especial en el suelo de este punto preciso del norte de México. Imposible confundirlo.

LA MÍSTICA DEL DESIERTO