¿Debería considerarse a la PORNOGRAFÍA como un tema de salud pública?

Tiene más espectadores que los estrenos del verano en el cine, y la industria está haciendo todo lo que puede para atraer a mujeres como tú. Pero cada vez son más las voces que piden un mayor escrutinio a la pornografía, no por una cuestión moral, sino por nuestro bienestar colectivo…

- Por Sophie Wilkinson y Nikki Osman

Aunque los consumidores estereotípicos son hombres adolescentes que se esconden en sus habitaciones, la industria de la pornografía se ha expandido más allá de eso y en el proceso ha derrumbado algunos estigmas. Puedes encontrar erótica en audio en la App Store (Dipsea); también en tu inbox gracias a los newsletters que te mandan los sitios femeninos (“Cómo ver porno con tu pareja”) y, si los datos más recientes en cuanto al crecimiento del consumo entre mujeres son alguna indicación, también está presente en tu historial de búsquedas. Además, de acuerdo con las compañías que la producen, es mucho más progresiva que antes. La pornografía “ética” es aquella que se produce de forma legal y respeta los derechos de los intérpretes, y los principales sitios, como PornHub, han adoptado valores que están en línea con las tendencias morales, como añadir subtítulos para espectadores sordos y sumarse a causas populares como la erradicación del uso de plásticos desechables. Estas medidas sorprenden viniendo de una industria a la que se acusa de incitar la violencia en contra de las mujeres, promover los “deepfakes” (la imagen de alguien que se coloca sobre el cuerpo de otra persona mediante software) y dar un espacio a los crímenes de venganza. En la actualidad, la pornografía enfrenta escrutinio más allá de cuestiones éticas.