EI MVP

Recién salido de su exitosa residencia en Las Vegas, Usher tiene un nuevo álbum y un espectáculo en el medio tiempo del Super Bowl LVIII. Con la fotografía de CAMPBELL ADDY, la realización de MAX ORTEGA y las palabras de ALESSANDRA CODINHA.

Desde las colinas de HenD derson, Nevada, donde se extienden mansiones modernistas construidas a la medida, enclavadas en las terrazas de las cadenas montañosas, la ciudad de Las Vegas se despliega como una alfombra mágica. En esta tarde de Otoño, Usher Raymond IV, el artista de 45 años, conocido en todo el mundo simplemente como Usher, contempla la vista desde el extremo de su mesa de comedor, al aire libre, acompañado de su goldendoodle, Scarlett, que está dormida a sus pies. "¿Cuándo fue la última vez que te miraste al espejo y realmente te observaste a ti mismo?", me pregunta. Esta mañana, le respondo. "Cuando te miraste en ese espejo, ¿te dijiste que te amas? ¿Te dijiste que te perdonas?", me increpa nuevamente. Le respondo que sí, pero sólo porque antes, en una llamada previa, él me lo sugirió. "Sí, yo también lo hice esta mañana", responde Usher. "Es un poco psicodélico decirte eso todos los días, pero te hace sentir bien. Necesitamos mirarnos y decirnos a nosotros mismos: 'Oye, pase lo que pase, te quiero".

Esto es a lo que Usher se enfrenta actualmente: las demandas físicas de una residencia en Las Vegas tan exitosa que decidieron extenderla dos veces (llamada Usher: My Way, The Vegas Residency), donde tres noches a la semana sale cantando, bailando y ocasionalmente patinando en línea, todo a través del ritmo seductor del R&B, acompañado de bailarines exóticos, una bola disco en forma de durazno y varios cambios de vestuario y elaboradas escenografías.